Capítulo XXX

Me encuentro en la

mazmorra con mis dos preciosas sumisas, ambas pelirrojas naturales, con la piel

pálida, tersa y llena de esas pequitas que me arrastran hacia un lugar

recóndito del maldito infierno, las observo a las dos de rodillas como un par

de cachorritos, con sus respectivos collares y los  dildos insertados en sus anos: con unas

preciosas colas de zorro, la de mi Tony en un tono blanco puro y la de Cali por

su puesto es negra.

Lo que quiere decir

que una representa la p
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