Al ver a su hija salir por la puerta, Denise intentó alcanzarla, pero su marido la sujetó del brazo.
— Déjala, en un rato se dará cuenta de lo que acaba de hacer y volverá sola.
— ¡No puedo creer que hayas dicho esas cosas absurdas a nuestra hija, Saulo! — exclamó Denise, con los ojos llenos de repr