En la habitación, los dos de sangre fría miraban el cuerpo del señor Cayetano, tirado muerto en el suelo.
— No vamos a tocar nada, lo dejaremos tal como cayó, así pensarán que le dio un malestar —explicó Tulio. — ¿Realmente me aseguras que ese veneno no aparecerá en los resultados de la autopsia?
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