Cuando Ethan salió de la habitación, Carmen miró a Sofía de un modo reprobatorio, pareciendo condenar a su hija por algo que ni ella misma sabía.
— Mamá, ¿está todo bien? — preguntó Sofía preocupada.
— ¿Por qué vino él a visitarte?
— No sé, creo que debe haberse sentido culpable por lo que pasó.
— ¿Cómo pudo aparecerse aquí así, con una cara tan tranquila, haciéndose pasar por un buen chico?
— Mamá, la culpa no fue solo de él. Ya me habían advertido que no debía entrar a su oficina sin tocar, aun así, lo hice. Estas son solo las consecuencias.
— Eso no justifica nada, Sofía.
— Sé que no, pero no quiero que lo culpes. Le pasó algo que lo hizo actuar de esa manera y estoy segura de que fue por la visita que recibió.
— Deja de defenderlo, Sofía. Por culpa de ese muchacho, mi nietecita no está en esta habitación con nosotras. ¿Sabes cuánto me contuve para no agarrarlo del cuello?
— Lo sé, mamá, pero…
— Basta de peros — pidió. — Vi cómo lo miras, como si nada de lo que hizo te hub