11. Un rostro conocido

—¿Señora Elena, está bien?

Elena sale de la ensoñación cuando oye a Issie. Era inevitable. Su foto está rondando todo el país y ahora como una mujer casada.

Casada con un completo desconocido arrogante.

—Estoy bien, Issie. Buenos días —se acerca hacia la isla de la cocina—, ¿Dónde está tú jefe?

—El señor Mancini estará ocupado el día de hoy y yo tendré que irme. Vendrá mi hija para tomar mi puesto —Issie amablemente deja el desayuno frente a sus ojos—, ¿Desea algo en específico?

—Con urgencia, Issie. Si no es mucha molestia —Elena parece lamentarse—, me gustaría salir de aquí cuánto antes. ¿Dónde consigo ropa?

—¿Irse? ¿Y a dónde irá? El señor Mancini debe saberlo antes-

—Tengo un trabajo y tengo que ver a alguien con urgencia. ¿Me ayudarías, Issie?

—Pero señora Elena-

—Dime sólo Elena, por favor. Sólo Elena —no tiene ganas de desayunar. Sólo tiene en la mente marcharse de aquí cuánto antes y buscar a Simone. El mundo debe estar al revés y es la principal causante. Sale de nuevo
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