Capítulo 115.
Alena se mantiene en silencio, pero al haber abierto solo un poco la blusa para que el brujo Agneo le viera el avance de su enfermedad, trata de ocultar de nuevo bajo las telas su secreto, pero Randolf se lanza a ella, deteniéndola.
— No, espera—dice él y siente las manos temblorosas de su luna en el momento en el que ella se siente expuesta
Randolf observa con sus propios ojos una telaraña enorme rodeando todo el costado, el vientre, hasta llegar a una de las piernas de Alena.
Era como un enorme tatuaje.
— ¿Qué es esto?
Agneo se queda en silencio, pero Randolf parece que va a estallar.
— ¡¿Qué es esto?!— Grita Randolf, furioso.— ¿Por eso te estabas ocultando de mí? Incluso de noche…
Alena se queda en silencio.
Sin embargo, su rabia no va dirigida hacia su Luna.
Es directamente lanzada hacia el brujo Agneo.
— ¿Qué tiene?
Él se mantiene callado mirando a su Luna en busca de aprobación. Ella, resignada, asiente con la cabeza en silencio.
— Alfa… Después del envenenamiento con el extra