—¡Abuelo!
En la habitación del hospital, Teresa estaba tan preocupada que golpeó el pie en el suelo, pero sus mejillas se ponían cada vez más rojas. ¿Cómo podría ayudar a un extraño antes que a su propia nieta?
—Jaja, estoy de buen humor, así que solo estaba bromeando —le dijo Rubén sonriendo mient