La sala entera quedó repentinamente en completo silencio, sin un solo murmullo. Todos miraban al señor Hugo con asombro y temor en sus ojos. ¿Qué... qué estaba pasando aquí realmente?
—¿Están todos sordos? ¡Maldición, les dije que fueran y trajeran al señor Chiva y a la señorita Uriarte de vuelta!
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