Cuando Silvia se despertó sobresaltada, estaba empapada por completo en sudor y temblando por todo el cuerpo. En la tenue luz de la habitación contigua de acompañamiento, Julio ya había corrido hacia ella, y su corazón tenso se relajó un poco al ver que ella estaba bien.
—¿Qué pasó? —le preguntó él.