Julio bajó las escaleras con sus largas piernas y se acercó a Silvia, encontrándola con rastros de lágrimas en su delicado rostro, con los puños apretados y pegada al sofá.
El aire acondicionado en la habitación estaba muy bajo, extendió suavemente la mano y cubrió a Silvia con una manta. Luego, jus