Esa vez, Adrian no detuvo a Silvia.
Julio estaba de pie junto a la ventana, fumando, justo con las palabras de Silvia de ayer en su mente.
Ella había tenido un aborto, el niño había muerto hacía muchísimo tiempo.
Hubo un golpe en la puerta, y él apagó de forma sorpresiva el cigarrillo en su mano.