En ese momento, el teléfono del anciano señor Nápoles sonó: —¡Mocoso malcriado! ¿Estás planeando envejecer solo? ¿Quién te dio el valor para dejar plantado a tu cita a ciegas?
Al otro lado, el anciano señor Nápoles estaba lleno de energía.
David se sintió un poco indefenso al respecto: —Abuelo, esto