—¿Crees que sea buena idea que vengamos contigo? —preguntó Jolie, deteniendo los pasos de Darius antes de entrar a la casa—. Creo que debiste venir solo y primero hablar con ella.
Nerviosa como estaba y basándose en el último encuentro que había tenido con la madre de él, sentía miedo de que volviera a atacarla e insinuar que Loana no era hija de Darius.
Él la tomó del rostro y dejó un suave beso en sus labios, antes de sonreírle con seguridad y aferrarse a su mano y a la de su pequeña princesa.
—Todo va a salir bien, mi amor. No te preocupes demasiado, ¿de acuerdo?
Su mujer asintió y tomó una honda bocanada de aire, retomando el paso hacia la puerta de la casa, pero sintiendo que su corazón latía con demasiada fuerza.
Entendía a la Sra. Rowe, después de todo, hace cinco años las cosas no salieron bien y ella le rompió el corazón a su hijo, convirtiéndolo en un hombre que no era y que ni él mismo reconocía.
Darius soltó a Jolie un par de segundos mientras sacaba su llave y entraba a s