UN HOMBRE DE CUIDADO

Buscó en sus cosas a ver si había algo de valor que podría vender, para poder comprar comida, por lo menos para esta semana, pero cada objeto le recordaba a su difunto padre, y se le hacía difícil deshacerse de ellos. Ahora su vida se ha complicado aún más, y no puede recurrir a sus tías, porque sabe que la odian a muerte.

«Que haré, tengo que pensar en algo, no puedo perder lo que mi padre me ha dejado, jamás perderé esta propiedad, juro que haré lo que sea para mantenerla, te lo prometo papito» —pensó, mientras busca cosas de valor.

Al final no encontró nada, bajo a cenar y le contó a Francisca que no encontró trabajo, La mujer mayor la animo, que esperará unos días y después lo intentará de nuevo. Nunca se sabe cuándo la suerte les cambia a las personas, en estos momentos se reprende no haber aceptado las joyas que su padre le ofrecía en el pasado, siempre ella se negaba, porque no salía a ningún lado. 

Después de un mes las cosas se complicaron más, por el hecho que les cortaron la luz y el agua por falta de pago, todo iba de mal en peor, Sara no sabe qué hacer, ha buscado empleo, pero en ese pueblo es difícil. Ese mismo día, después de andar todo el día por el pueblo buscando un empleo, y no encontrar nada como en las demás ocasiones, no sabía con qué cara regresar y decirle a Francisca que nada todavía ha encontrado, se sentía una inútil.

Al llegar a la casa entro con los ánimos bajos, cerró la puerta principal y le llamo la atención al ver un hombre de mediana edad hablando con Francisca en la sala, al verla ella se apresuró a llegar a Sara.

—Mi niña regresaste. Ven por favor, este señor ha venido, dice que quiere hablar contigo.

—Si nana, ¿Quién es él?

—Dice ser abogado.

Sara le dio la cartera a su nana como cariñosamente le comienza a decir y camino hacia el extraño, algo dentro de sí le decía que ese hombre no estaba ahí con buenas noticias.

—Buenas, en que le puedo ayudarlo. —el extraño la vio de pie a cabeza, analizándola.

—Señorita, Moore. Mucho gusto en conocerla y mi mayor pésame.

—Sí, esa soy yo. Gracias. ¿Qué le trae aquí?

—Por favor siéntese, necesitamos hablar.

—¡Lo conozco! No recuerdo haberlo visto antes por aquí. ¿Es amigo de mi padre?

—Es primera vez que hablo con usted, soy el abogado del señor Palmer.

—¡¡Palmer!! No conozco a nadie con ese nombre, ¿será que se ha confundido de persona?

—Déjeme explicarle, quiero que lea estos documentos para que comprenda mejor mi presencia en su casa, tómese su tiempo. —Sara con dudas tomo el sobre y saco los documentos que de entrada tenía en números grandes y remarcados $2,000.000, eso hizo que su corazón se acelerara mucho, más cuando leyó la palabra préstamo vencido.

—¿Qué es esto? —le dijo con la voz entrecortada.

—Señorita, su padre tiene una vieja deuda con nosotros, el señor Palmer le presto esta cantidad de dinero con el pacto que al cabo de un año él devolvería este dinero con el 15 % de interés, pero al no estar él…

—¡Eso que significa! No entiendo nada, para qué quería mi padre este dinero, ¡¡además nunca me menciono esta deuda!!

—Significa que automáticamente el endeudamiento ahora es suyo, y el señor Palmer quiere su dinero completo, le da tres días para que el dinero sea pagado.

—¿Cómo? ¡¡Esos es imposible!! ¿Cómo cree que le voy a pagar si yo no poseo ese dinero? Se volvió loco, ni siquiera tengo trabajo.

—Tiene tres días para tener esa suma de dinero, el señor Palmer no le cobrará los intereses, ya que el trato fue con su padre.

—Aun así, no tengo esa suma, yo no tengo trabajo y mi padre no me dejo ninguna herencia, más que esta casa, pero, aun así, no vale todo ese dinero que usted pretende que tendré en tres días…

—Pues entonces, tendremos que vender todas las pertenencias de su padre, incluyendo la casa, así recuperar algo del dinero que nos debe.

—Señor, espere, esto no lo puede hacer… me opongo completamente.

—Me llamo Sergio, soy abogado y si puedo hacerlo, tengo los documentos que su padre firmo.

—Señor Sergio, lo único que poseo es esta casa, y no la pienso perder, dígale al señor Palmer que le pienso pagar, no sé cómo, pero que me dé más tiempo, yo veré la manera de conseguir ese dinero, por favor ayúdeme, esto es lo único que tengo de mi padre.

Después de analizar muy bien sus palabras sin necesidad de ofender a la joven, quien se dio cuenta de que ella es una chica inocente, pero lastimosamente le toca hacerse cargo de los pendientes que su padre que dejo sin resolver.

—Señorita, el señor Palmer no es de los hombres que da prórrogas, pero trataré de convencerlo, deme sus datos para ponerme en contacto con usted. —ella le dio su número de celular y sus datos personales.

—¡¡Muchas gracias!! Buscaré la manera de pagarle, se lo prometo, dígale que me dé más tiempo.

El abogado se despidió de ella, Francisca corrió hacia ella para saber de qué había hablado con aquel hombre, Sara, cayó sin fuerzas sobre el mueble, está muy triste y perdida en sus pensamientos, ahora que va a hacer, siente que todo está perdido, sin salidas ni soluciones.

—¡Mi niña que tienes! ¿Qué te dijo ese hombre?

—Oh nana, estamos en graves problemas, no sé por qué todo lo malo me pasa a mí.

—¿Qué paso ahora? No comprendo nada.

—Mi padre consiguió un préstamo muy grande, no lo pago en vida, ahora me lo están cobrando a mí, no sé qué haré para pagar.

—No me diga eso mi niña, ¡Tendrá que vender todo! 

—Ni, aun así, pagamos ese préstamo, no sé qué haré, me iré a descansar, me duele la cabeza. 

—Ve cariño, más tarde te subo de comer. 

Sara no podía conceptuar lo que le está pasando, se acostó en la cama para aclarar su mente y pensar en alguna solución, y por más que lo intentó no se le ocurre nada. Lloro de impotencia, no tenían para comer ni para pagar los servicios de la casa, mucho menos pagar esa enorme cantidad.

El abogado antes de irse le entregó una tarjeta de presentación, la miró una y otra vez, encendió una vela porque la oscuridad poco a poco fue tomando fuerza, se miró tentada a llamar, aunque no sabe qué decirle. Después de reflexionarlo lo llamo. 

—¡¡Halo!! 

—Halo, disculpe la hora, solo quiero preguntarle ¿Si habló con el señor Palmer? 

—Sí, señorita, ya hablé con él. 

—¡¡Que le dijo!! 

—¡Lo lamento! El señor es muy estricto, él solo quiere recuperar su dinero. 

—¿Me puede hacer un favor? 

—¡Dígame! 

—Me puede dar el número de celular del señor Palmer. 

—No puedo, señorita, eso va contra la confidencialidad que él tiene conmigo. 

—¡¡Por favor!! Quiero hablar con él personalmente, para que me dé un poco más de tiempo. 

—Señorita, no puedo —Sara se quebró y le suplico llorando— Sabe qué haremos, Hablare con el señor Palmer, le diré que usted desea hablar con él y dependiendo de lo que me diga, yo le aviso.

—¡¡Se lo voy a agradecer infinitamente!! —esa es una esperanza, por lo menos.

Se acostó más tranquila queriendo conciliar el sueño, pero todo eso la está consumiendo, porque son muchos problemas sin ninguna solución, entre más reflexiona menos salida mira, hasta se le cruzó por la mente en ir a rogarles a sus tías que la ayuden. Sacudió rápido ese pensamiento fugaz, jamás les rogaría, además ellas son capaces de quitarle todo con tal de verla sufrir.

*AARÓN*

Mis negocios cada vez van más en ascenso, eso me satisface, porque no me ha sido fácil estar donde estoy en este momento, ahora estoy al segundo al mando de la Mafia Albanesa. Mi objetivo es ser el número uno, no me detendré fácilmente y si tengo que enfrentarme a otros, lo haré, no tengo tiempo para ayudar a nadie.

Tengo negocios que me son fachadas para declarar mi fortuna, y me ha resultado muy bien, los que trabajan para mí saben que solo tengo una palabra y se cumple porque se cumple, me gusta que me teman, así saben quién manda.

Recibí un cargamento muy jugoso en el cual gané muchos dólares, uno de mis empleados en Colombia se encarga del negocio de los préstamos, eso me beneficia porque se trabaja a través del banco de allá.

Estoy en mi oficina que tengo en Randers, Dinamarca. Desde aquí manejo los cargamentos en los diferentes países de Europa. La mafia albanesa dirige la trata de blancas en toda Gran Bretaña. 

He decidido llegar muy alto, cueste lo que me cueste, tengo apenas veintiocho años, un brillante futuro en estos negocios, mi casa está custodiada día y noche, porque también mis enemigos son numerosos.

Mañana viajaré a Inglaterra, invertí en una textilería, en un pueblo algo grande, ya que mi abogado me dijo que ahí sería rentable para dar trabajo, por el hecho de que ese pueblo no posee una fábrica aun de ese rubro. 

Quiero supervisar la construcción, porque aparte de mafioso soy ingeniero civil y quiero que los cimientos sean estables, además que cumplan con los detalles de los planos que le envíe.

Tengo todo listo para el viaje, pienso quedarme una semana en ese lugar, renté una casa para esos días, ya mandé adelante a mi gente para que cierren un circuito, siempre que salgo de mi zona de confort, tomo todas las precauciones posibles.

—Hola, cariño.  —Camila, mi mano derecha en la trata de personas.

—¿A qué vienes? Estoy ocupado

—Solo vine a verte, y decirte que el negocio va de viento en popa.

—Ese es tu trabajo, si algo sale mal, tú respondes con tu vida.

—Hay que agresivo, ¿te puedo acompañar? —se me acerca, rodeando la silla en la que estoy sentado— Sabes que te puedo ser útil, en lo que ya sabes. —me susurra al oído.

Nelpin

BIENVENID@S A ESTE MUNDO DE MAFIA.

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