24 de agosto de 1741
La capitana está boquiabierta, y no es para menos. La persona que se ha reunido con el posible informante no es otra que su querida supuesta amiga: Evelyn Smit. De todos los piratas que se imaginó que podrían desear que ella desapareciera, jamás la tuvo a ella en la lista.
Una ira incontenible amenaza con explotar de su cuerpo. Arden la mira y se da cuenta de sus intenciones, Heinrik también. Cooke presencia todo desde mucho más atrás; casi retrocede de espaldas cuando ve que Catherine se pone de pie hecha una furia y dispuesta a correr a enfrentar a la pirata.
—¡Espera! —le pide Arden.
—Esa maldita perra traidora. ¡Suéltame, Arden! La voy a matar —brama con las manos empuñadas. Una vena sobresale de su sien y sus mejillas se han tornado rojas cual tomate. La ira la ha segado y a los dos hombres les cuesta un poco de trabajo retenerla. La sujetan por los hombros e intentan hacer que se agache de nuevo para evitar ser vistos.
—No, Catherine, no puedes hacer eso sin