Delfina y Simón estaban totalmente desaliñados, con manchas de sangre en sus rostros y extremidades rotas. ¡Tenían pequeños trozos de vidrio en la boca! Se arrastraban como perros heridos, mendigando la misericordia de Lorenzo, ¡solo buscaban una muerte digna y rápida! En términos despectivos, ahora no eran diferentes de los muertos vivientes.
—Secretaria Pérez, ¿has venido? ¿Cómo está la señorita Silva?
Lorenzo vio a Lucía y sonrió levemente.
Lucía se quedó atónita y tembló con fuerza involuntariamente: —¡Has causado un gran problema! Podrías haber ofendido vilmente al grupo Tigre, pero aún tendría la oportunidad de ayudarte a resolverlo. Pero ahora, estás tratando con Delfina, ¡la hija del conglomerado financiero de élite a nivel mundial!
Lorenzo despreciativamente le dijo: —¿Conglomerado financiero de élite mundial? Jaja, en los viejos tiempos...
—¿Qué viejos tiempos? —le preguntó Lucía muy ansiosamente.
La voz de Lorenzo se detuvo de repente: —Nada, ¡no importa! Secretaria Pérez, n