Andrés vaciló en ese momento: —Señorita, estos archivos militares son confidenciales a nivel nacional. Aunque con la influencia de la familia Pérez en la ciudad provincial, podríamos obtener acceso, pero el precio a pagar no sería pequeño.
Incluso podrían provocar la ira de alguna figura importante de la familia Pérez.
Lucía no se preocupó en absoluto: —No importa, ¡estoy dispuesta a pagar cualquier precio con tal de averiguar quién es realmente él!
Habiendo llegado a ese punto, Andrés solo pudo suspirar: —Entendido.
Accedió al ordenador, entró a una red que contenía archivos militares secretos de todo el país. Solo unos pocos privilegiados tenían acceso, y la familia Pérez, como dominante en la ciudad provincial, estaba entre ellos.
Después de iniciar una exhaustiva sesión en el web, Andrés entregó el ordenador a Lucía: —Señorita, simplemente por el hecho de sirviente, no tengo el derecho de ver más. Por favor, ¡investigue por su cuenta!
Esa página web registraba la información de ca