–¿Qué pasa, Sólnishko?
–Nada –murmuré.
–¡Mami! ¡Mirá lo rápido que voy!
Johan estaba usando su triciclo, lo hemos traído a uno de los parques y varios niños llevan bicicletas, está muy feliz.
–¡Cuidado, mi vida!
Miré a Aleks que me seguía observando, esperaba una respuesta porque no me creyó el nada.
–Johan irá a vivir un tiempo con Sean, yo lo tendré de miércoles a viernes, no se lo he dicho a Johan aún, pero es algo seguro.
–Entiendo, lo vas a extrañar.
–Si, ya me he acostumbrado al interrogatorio cada noche.
–A mi me gustan los gritos.
Justo en ese momento Johan gritó el nombre de Aleks para que lo viera y ambos reímos.
–¿Confías en Sean para cuidarlo?
–Lo ha hecho bien cuando se lo lleva, confío en él.
–Supongo que estará bien, aunque yo también lo voy a extrañar –confesó.
Dos días después de la cita con el médico, Sean me llamó para aceptar la propuesta de llevarse a Johan, realmente creí que no aceptaría porque solo quería llevarme de nuevo a esa casa donde vivimos