—¿Qué haces, por Dios? —preguntó el señor Manuel, apavorado ante esa situación.
—No voy hablar con nadie, lárguesen de aquí o le disparo a esa chica. —dijo Enrique.
—¿Pero, por qué harías eso? —le pregunta Don Manuel a Enrique.
—Sólo quiero que se larguen, o a caso quieren que le disparé a esa chica horrible, porque ganas no me faltan de matarla. —respondió Enrique.
—¡Tú eres el horrible! —dije y salí corriendo.
—¿Qué te pasa?, a una mujer no se le habla así. —lo confrontó Keiner.
—¡Tú callate! —exclamó Enrique y le disparó, hiriendo a Keiner, para después cerrar la puerta.
—¡Ay no!, tenemos que llevarlo al hospital. —dijo Don Manuel, intentando socorrerlo.
El resto de personas estaban muy asustadas.
—Llevémoslo en mi auto. —dijo Luis.