GERYLIS ALMODÓVAR
Comencé a llorar en silencio y sentí deseos hasta de arrojar la computadora al suelo para saltarle encima y hacerla trizas, pero no tenía culpa de lo que estaba proyectando. El enfermo era el maldito que había desgraciado la vida de muchas mujeres y aún estaba en libertad. Sabía que no iba a detenerse y que con el sistema de justicia que teníamos tendría que buscarlo yo misma con ayuda de Guillermo porque esos malnacidos de la jefatura no hacían absolutamente nada útil.
-Es increíble que ese maldito haya hecho esto y que con eso se haya llevado hasta lo que jamás había hecho con nadie- ¿Cuánto más podía arruinarme este tipo? Al menos no era completamente virgen, sino hubiese sido mucho peor
-Eso ya pasó, al menos tu cuerpo ya sanó y eso pudiste comprobarlo conmigo- Salió de ese sitio perturbador y me abrazó buscando darme consuelo
-Si, lo sé, pero es difícil olvidar lo que sentí cuando desperté después de eso. Los analgésicos no cumplían por completo su efecto y era