-Hay tantas pequeñas cosas, millones de pequeñas cosas que hago todo el tiempo y siempre me encuentro pensando en vos...te llevo en mi piel.
Loana lo miraba, esperando, tal vez una confesión de parte de él, aunque sabía que nunca iba a llegar, por eso no dijo nada a las palabras de su ex profesor.
-No sé porque me cuesta tanto decir ésto, pero lo cierto es que desde el día en que me guiñaste un ojo, en el aula, antes de irnos a Bariloche, es como que perdí la razón por vos...lo que quiero decir es que yo también te amo...me enamoré de vos…lo hice cuando hicimos el amor la primera vez o tal vez ese día, en el colegio, no lo sé.
-¿De verdad?...No es necesario que me digas nada…
Loana lo dijo con lágrimas en los ojos.
Él se subió sobre ella, estaban los dos desnudos.
-Loa, cielo, no sabés la emoción que sentí al penetrarte esa vez y darme cuenta que eras virgen, que te estabas entregando a mí, tan pura y tan decidida a la vez...eras puro fuego…
-Creí que te ibas a enojar ese día.
-Yo tam