El viaje en el portal resulta vertiginoso para mí, como si mi cuerpo se volviera aire y luego de golpe volviera a juntarse y sentirse pesado. Tengo que sujetarme del brazo de Rafael cuando me siento de nuevo corpórea y llegamos a otra habitación blanca como la anterior pero esta tiene decoraciones de piedras preciosas en las paredes. Es por demás bonita.
-¿Dónde estamos?- estoy un poco ansiosa por regresar a mi casa.
-En casa, como te dije mi flor.- Rafael usa de nuevo ese tono condescendiente burlón y lo suelto inmediatamente.
Me vuelve a tomar la mano para guiarme. Y veo que ya no tiene las marcas de las garras del monstruo en sus brazos, su piel luce intacta.
-Tus heridas ya no están.
-Eso es porque sano muy rápido, no tienes de que preocuparte.- contesta sin mirarme.
-Ni tiinis di qui priquipirti.- dice con burla Sigurd desde mi hombro pues se rehu