Dejo caer la botella de agua al suelo cuando veo la filosa espada de Gabriel cayendo directo hacia a mí. Apenas consigo esquivarla sintiendo el aire silbar a mi lado en el momento que pasa con potencia irrefrenable.
-Wow, wow…-apenas alcanzo a decir ante de que otro ataque venga hacia mí haciéndome caer sentada.- ¿De verdad me vas a matar?- le grito.
-Tú arma.- me gruñe aunque su expresión es estoica.
Volteo buscando por todos sitios el arma a que se refiere pero la habitación tan grande como la anterior en realidad está vacía. El suelo es de piedra fría y gris y las paredes igual, iluminadas desde el alto techo por fluorescentes y unos cuantos tragaluces en la pared que da hacia lo