—Solo puedo ayudarte con una reparación temporal. Mañana deberías llevar el auto al concesionario para que reemplacen el cableado, así evitas que vuelva a fallar el arranque por un mal contacto —dijo él.
Le agradecí profusamente, una y otra vez.
Como se había ensuciado las manos, inmediatamente saqué una botella de agua del auto y se la serví para que pudiera lavárselas.
Mientras Mauro se secaba las manos, me miró y comentó:
—Hace frío hoy, me acordé de aquella parrillada que me invitó la señorita Navarro.
Su insinuación era bastante clara.
Solo pude responder entre risas:
—¿Qué le parece si esta noche lo invito a una parrillada, director Núñez? Es lo menos que puedo hacer para agradecerle por arreglar mi auto.
De otro modo, tendría que haber esperado una o dos horas en el frío estacionamiento hasta que llegara el personal del concesionario.
Mauro respondió sonriendo:
—De acuerdo, señorita Navarro, espero no le moleste mi descaro.
Después de ese comentario, me resultaba aún más difícil