—¡Antonio, si no te divorcias de ella, no vuelvas a poner un pie en la casa de los Martínez, haré como si nunca hubiera tenido un hijo! —gritaba su madre.
—¡Antonio, no puedes abandonar a tu propia hermana por una mujer que ni siquiera te ama! ¡Todo lo que hice fue por ti, no puedes tratarme así! —sollozaba Claudia.
Antonio estaba siendo atacado por su madre y hermana, la habitación era un caos total de gritos y acusaciones que me aturdían los oídos.
Mi teléfono vibró y al mirarlo, vi que era Lucas quien llamaba.
Sin saber qué querría, me apresuré a salir.
—¡María! ¡No te vas a ir! ¡Borra ese video o no sales de aquí! —Marta cambió su furia hacia mí al verme partir.
Me reí internamente. —¿Creen que no hice copias antes de venir? Aunque tu hijo vuelva a romper mi teléfono, no podrá borrar ese video.
Días atrás, Antonio, borracho, había enloquecido frente a mi puerta y destrozó mi teléfono, obligándome a comprar uno nuevo.
Marta se quedó perpleja.
Al llegar a la puerta, la oí amenazar: —