Mientras observo a mis hijos descansar ajenos a lo que sucedió, Gerald me lleva hacia el ascensor, donde personas que parecen rescatistas, preparan una camilla con cuerdas que salen del ascensor.
— ¿Qué sucede? — pregunto confundida.— Ya ha venido un helicóptero para ustedes. Deben ser atendidos en otro lugar, mientras preparamos todos para marcharnos.— ¿Si es algo seguro? — pregunto con temor.Aunque puedo hacer muchas cosas que antes no hacía por mis miedos a las alturas, en un momento como este temo caer a esta altura, cuando hay muchos pisos debajo de nosotros.— No necesita preocuparse, señora. Ellos saben lo que hacen. — dice Gerald y yo dudo.— No creo que eso me dé la calma que crees que me diste al decir ello. — digo y él me observa fijamente. — Ya se ha probado, necesitamos que suba primero, apenas suban al se