Vendí mi alma al diablo

—Definitivamente no puedo creerlo —Shis había tecleado nuevamente la clave, encontrándose con los remanentes completamente intactos. No había números de más ni de menos—¡Maldita sea y fuese cierto! ¡¿Cómo demonios fue que ocurrió lo de ayer, entonces?!

—Lo más probable es que hayas bloqueado la cuenta cuando te dio tu ataque de pánico –resolló Santino a sus espaldas.

Ataque de pánico….bah –Shis imitó el tono de voz de su primo, y le dio un codazo en las costillas, haciendo que éste casi derramara parte de su rutinario café de las diez de la mañana sobre el escritorio—Para ti es fácil decirlo, ya estás acostumbrado a los rugidos de mi tío. Si lo hubieras escuchado ayer, carajo, te juro que de haber estado aquí pudo ser capaz de arrojarme a mi y a Tobi a la

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