CRISTINE FERRERA
Llegué corriendo a la escuela y cuando por fin me asomé al salón, lo que vi me dejó sin aliento. Eliot estaba sentado en una de esas pequeñas sillas mientras mis hijos y su hijo jugaban juntos. Cuando levantó su mirada hacia mí, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. ¿Era la primera vez que cuidaba de ellos mientras yo llegaba o solía hacerlo con frecuencia?
Nuestras miradas se quedaron enganchadas en completo silencio, hasta que por fin Leonardo rompió el encanto.
—¡Mami! ¡Llegaste! —exclamó emocionado y corrió hacia mí—. Te extrañamos muchísimo.
Gerardo y Bruno dejaron sus juguetes y también corrieron hacia m