Al salir de la tienda, el sol le dio de lleno en el rostro. De manera automática se puso los lentes negros.
Aún no soportaba el resplandor del día.
Observó a su alrededor.
En cada tienda grupos de varones estaban ensimismados en sus tareas. Algunos afilando cuchillas, otros remedando sus ropas, otros preparándose para partir a la granja.
Algunas tiendas estaban vacías.
A medida que avanzó hacia la de su hermana, saludó a todo el que se cruzó en el camino.
Antes de llegar arrojó una mirada al cuartel central. El Falcón estaba estacionado, a la par de otra camioneta enorm