BROMAS

Cuando Reynaldo despertó por la mañana, Matute estaba sentado al borde de su cama. 

Llevaba un fusil en una mano, y una taza en la otra. Alguna bebida caliente que humeaba, y cuyo vapor formaba una pequeña nube densa en el centro de la tienda. 

Las bolsas cargadas debajo de sus ojos revelaban que no hacía mucho que despertara. El cabello desgreñado, y los cordones de sus botas sin atar completaron el cuadro.

Reynaldo abrió los ojos en un acto tan silente, que parecía estar espiando. Su amigo ni siquiera se percató de que había despertado, por ello quiso llevar la situación un poco más allá. 

Simuló seguir dormido. Hizo un movimiento agresivo con los pies, lo que prov

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