CAPÍTULO 31. HECHOS INFUNDADOS

Martín vio la tarjeta en manos de su esposa y la angustia inundó su humanidad, se la quitó, la revisó nuevamente y con voz quebrada dijo —Amor, lo siento mucho. Esta tarjeta la hiciste para informarme que estábamos esperando un bebé, después te viniste a Nápoles, tuviste el accidente, no lo perdiste en ese momento, sino luego que padecieras un paro, fue necesario reanimarte con un shock eléctrico y allí lamentablemente fue cuando perdiste a nuestro hijo—concluyó con ojos llorosos.

Dara sentía como su corazón se comprimía en su pecho, la invadió una inmensa tristeza, sobre todo porque no podía recordar nada, colocó la mano en su vientre, tratando de recordarse esos momentos, pero no había nada, para ella es como si eso que le contara Martín, le hubiese sucedido a otra persona.

—¿Por qué no… puedo…recordar nada? ¿Por qué… mi mente… se niega en …mostrarme esos… momentos?... Me siento…impotente, se … que ese …bebé … me hacía …feliz… con solo… ver…esta tarjeta… ¿Por qué…

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