CAPÍTULO SESENTA Y DOS: SENTIMIENTOS ENCONTRADOS
Sentándose en la silla giratoria, poco a poco volvió a respirar mientras a su mente llegaba un recuerdo, un recuerdo que nunca iba a dejar ir porque era por ese que Rodrigo estaba ahí.
Esa tarde las puertas de ese mismo despacho se abrieron sin más. El señor Ferrer no evitó ver a la persona que entraba de esa manera tan agresiva, sin siquiera haber tocado la puerta.
— ¿Qué es lo que ahora se te ofrece, Alessandro? —Preguntó su papá sin tomarle importancia a nada más que los documentos que tenía en la mano.
— ¡En este momento me vas a explicar qué fue lo que pasó en el burdel!
— ¿No te lo dijeron? —Finalmente el señor Ferrer volteó a ver a su hijo. — ¿No te has informado bien?
— ¡Quiero que me digas que fue lo que le dijiste a Luz!
—Bien, creo que nadie te ha dicho nada, más allá de que no quiero tener que saber de ese hijo tuyo.
— ¿Qué es lo que pretendes, papá? ¿Por qué me haces esto? Ese niño que llegó al mundo es mi hijo y lo