Al día siguiente, me desperté y no podía ni siquiera moverme en la cama porque Alexander me tenía abrazada de la cintura, su cabeza recostada en mi hombro y con su pierna me estaba entrelazando, me tenía como su prisionera.

Él estaba bien dormido porque su respiración era pausada en mi cuello, no podía observar su rostro pues yo estaba de espaldas a él y como les digo, no había posibilidad alguna de moverme y me daba lástima despertarlo pero debía hacerlo porque yo ya no aguantaba las ganas de ir al baño a hacer mis necesidades, así que no tuve otra opción que hablarle para que me dejara libre.

- Alexander, Alexander cariño mío despierta.

- Uhmm, ¿que pasa amada mía te sientes mal preciosa?

- No mi amor solo que necesito ir a hacer del baño y tú me tienes inmovilizada, así que muevete antes de que me haga pis aquí en la cama.

-  Lo siento mi amor es que es tán rico dormir así contigo. Me da un beso en la frente y se recuesta en el otro extrem