Me despierto cuando siento que me acarician el rostro, se siente tan bien que me quedo disfrutando del momento, pero ¡que carajos!, un momento, yo vivo sola por lo tanto no hay nadie aquí, debe ser un sueño. 

Me acomodo en la cama para seguir durmiendo pues la verdad me siento cansada. De pronto escucho la voz de un hombre que me dice - vamos dormilona levantate-, abro los ojos de inmediato y veo como Alexander me sonríe y ahí recuerdo lo que pasó esta madrugada y me sonrrojo con solo recordar todo lo que hicimos.

- Buenos días preciosa- me dice Alexander y me da un beso en la frente y otro en mi vientre. Mira te preparé el desayuno ya que en la madrugada me dijiste que se te quitó el hambre solo con verme.

Yo le pego en el hombro y le reprocho lo que me dice porque siento mucha vergüenza.

- Ya cállate Alexander, tu viniste a inrrumpir en mi casa a tempranas horas de la madrugada así que agradece que no llamé a la policía para que te sacaran de aquí.