Aria
Estoy atrapada entre el miedo y el deseo. He luchado contra esto durante semanas, convencida de que podía controlarlo, que podía mantenerme alejada de él, de lo que me hace sentir. Pero ahora, mientras lo tengo frente a mí, respirando de manera entrecortada, siento que todo lo que he intentado construir se desmorona. Mi cuerpo grita lo que mi mente ha intentado callar.
Alexei está tan cerca, lo suficiente como para que pueda sentir el calor de su cuerpo, la electricidad que fluye entre nosotros. He tratado de alejarme, de convencerme de que esto no es lo que quiero, pero cuando me mira con esos ojos oscuros, cargados de una intensidad peligrosa, todo lo que puedo pensar es en cómo se siente estar cerca de él.
Mis manos
AriaA veces, la tensión en el aire es tan densa que parece pesada. Como si se pudiera cortar con un cuchillo, pero en lugar de hacerlo, se clava profundamente, dejando una herida invisible. Así es como me siento ahora, mientras observo a Alexei desde el otro lado de la habitación, con esa mirada suya que siempre parece tan indiferente, pero que ahora me quema por dentro.El beso.Es todo lo que puedo pensar. Cada vez que me miro al espejo, veo sus labios sobre los míos, ese instante suspendido que nos dejó atrapados en una encrucijada de deseos no expresados. El roce de su cuerpo contra el mío. El choque de nuestras respiraciones. Las dudas que se convierten en algo mucho más potente, como una tormenta que se arremolina en m
AlexeiHay cosas que ni siquiera yo puedo controlar.Y eso es decir mucho viniendo de alguien como yo. Me he forjado entre decisiones frías y manos firmes. No doy pasos en falso, no dudo, no dejo que nada ni nadie me desestabilice.Hasta que apareció ella.Aria.Como una tormenta con sonrisa suave. Como una bala envuelta en terciopelo.Una contradicción tan hermosa como maldita.No debería afectarme su proximidad. No debería alterar mi juicio el recordar el sabor de su boca o la forma en que sus ojos me desnudan sin pedir permiso. Pero cada vez que e
AriaNo sé en qué momento perdí el control.Tal vez fue la noche que Alexei Volkova me salvó sin decir una palabra. O quizás fue antes, cuando sus ojos me atravesaron como cuchillas de hielo y aun así no pude apartar la mirada.Lo que sí sé es que hoy… hoy ya no puedo seguir fingiendo que no siento nada.—No se supone que esto esté pasando —murmuro, como si mi reflejo en el espejo pudiera responderme.Llevo una blusa de seda que elegí por impulso, de esas que cuelgan con descuido, como si no importara lo que insinúan. El pantalón entallado no ayuda. No ayuda nada. Pero hay una reunión con el e
AlexeiNo me gusta admitir debilidades. No me gusta reconocer que hay cosas que escapan de mi control. Pero ella… Aria me saca de mí mismo. No importa cuánto intente evitarlo, mantenerme lejos de ella se ha vuelto una batalla perdida desde el primer maldito día.Hoy debería haber sido un día como cualquier otro: reuniones aburridas, amenazas veladas, y otro par de negocios que huelen a sangre y pólvora. Pero no. Hoy, lo que me hizo perder el control no fue el riesgo de un arma apuntándome a la cabeza… sino verla a ella, cruzando la puerta de mi oficina como si no supiera que cada paso suyo me desarma.Y claro, lleva ese maldito vestido negro. Ese que se pega a su cuerpo como si supiera exactamente qué bot
AriaHay decisiones que se sienten como balas al corazón. No porque maten, sino porque atraviesan. Lentamente, sin anestesia, dejando una cicatriz que duele más con el tiempo. Tomé una de esas decisiones esta mañana. No fue heroica ni romántica. Fue necesaria. Y como todas las cosas necesarias, me costó más de lo que debería admitir.Estaba en mi apartamento, mirando el teléfono con los nudillos blancos por la presión. El número de Volkova iluminaba la pantalla como si fuera una promesa… o una sentencia. No contesté. No porque no quisiera escucharlo, sino porque si lo hacía, mi resolución se desharía como azúcar en café caliente.—Maldita sea&h
AlexeiLa lluvia golpeaba los ventanales como si quisiera irrumpir en mi refugio, ese ático maldito donde todo estaba cuidadosamente calculado para mantener a la gente afuera… y a mí dentro. Solitario. Intocable. Controlado.Hasta que ella.Aria caminaba por mi espacio como si nunca hubiese sido ajeno. Como si su presencia no fuera una amenaza silenciosa para todo lo que creía tener bajo llave. Cada mirada suya, cada comentario cargado de ironía y dulzura al mismo tiempo, era una grieta en la muralla que tardé años en construir.Y maldita sea, empezaba a no importarme.—¿Sabes que si sigues mirando la ventana a
AriaNunca imaginé que mi vida sería una jaula dorada. Todos esos lujos, las sonrisas falsas y las apariencias que tengo que mantener… pero nada de eso me hacía sentir libre. Al contrario, todo lo que me rodeaba me mantenía encadenada. Y ahora, la única salida que mi familia real veía para mí era un matrimonio arreglado con un príncipe del que nada sabía, salvo que mi destino y el suyo estaban atados por la corona, no por el amor.“La princesa Aria, ¿te das cuenta de lo que esto significa?”, me dijo mi madre con una sonrisa tan fría que ni el sol de la mañana lograba derretirla. “El matrimonio con el príncipe Alexei es una oportunidad para nuestra familia. Es un compromiso de sangre, de poder, de influencia.”Sí, claro. Solo faltaba añadir “y de sumisión”. Porque eso era lo que sentía al escucharla hablar: un compromiso, pero no el mío, sino el de mi libertad. Sus palabras eran un susurro de promesas vacías, de sacrificios ocultos bajo una fachada de brillo y glamour.Cuando mis ojos
AlexeiEl reloj en la pared me observa con impaciencia. Otra reunión, otro día, otra obligación. El peso de mi familia, de mi deber, me aplasta con la misma intensidad que el día anterior, y el día anterior a ese. El compromiso con Aria es solo una parte más de un juego que nunca quise jugar. Pero aquí estoy, atrapado en la telaraña de la realeza, donde cada movimiento está controlado, cada palabra calculada. Nada más que una marioneta en manos de aquellos que deberían haberme protegido.A veces me pregunto por qué me siento tan desconectado de todo esto. Si no fuera por el deber, si no fuera por mi familia, ¿realmente querría estar aquí? ¿Realmente querría ser el príncipe? No tengo una respuesta clara. Solo sé que me están manipulando, y lo peor es que no puedo hacer nada al respecto.El día después de la rueda de prensa fue un caos absoluto. Aria, esa princesa insoportable, no dejó de darme dolores de cabeza. Cuando la conocí en público, su comportamiento fue lo que esperaba: distan