La princesa fue tirada como trapo al pie del castillo mientras ella lloraba y protegía su vientre. La dejaron desprotegida ante todo el pueblo quienes pasaban a su lado lanzándole escupitajos y todo tipo de maldiciones.
Estaba sucia y maltratada.
— Mi señora — escuchó a lo lejos.
— Regina — susurró con cansancio.
— Mi señora — volvió a escuchar.
Sintió los brazos de la joven, que era antes su dama, rodearla con cuidado levantándola del suelo.
— Venga señora, la llevaré a mi casa.
— No regina, tendrás problemas por mi causa y no me lo perdonaría.
— No se desgaste mi princesa, guarde sus fuerzas. Hay alguien esperándola en casa.
Eva cerró los ojos dejándose llevar por Regina, antes de hacerlo vio a la madre de esta acercarse a ellas a paso rápido. Eva iba a desmayarse, sentía todo su cuerpo débil y cansado.
Se dirigieron a casa de las damas. Regina peinaba y limpiaba el rostro de su señora con