Grayson observaba al pelirrubio de ojos marrones, un poco más bajo que él.
-No sé. Se fue – Dijo Grayson con tono inocente – Y Anthony lo miró con una sonrisa –
-¿Sabes? Tú no me caes tan mal, pero a veces entiendo por qué te ama. Lo que no entiendo es por qué a veces eres tan cerdo con una mujer tan especial como Novalee – Terminó Anthony con tranquilidad –
-Pues, a mí me interesa muy poco tu opinión. ¡No me interesa si me ves como un cerdo o como la madre Teresa! – Dijo Grayson caminando para ponerse frente a Anthony y mirarlo peligrosamente a los ojos – Lo único que me interesa es que sepas que yo soy su esposo y que tú no tienes nada qué hacer aquí. Si no fueras el veterinario contratado por el Jeque Abimeleck, te diría que te alejaras de ella –
-¡Es bueno saber que me valores como veterinario! Porque gracias a mis conocimientos profesionales, pude asistirla…. – Dijo Anthony deteniéndose de pronto, porque no podía revelar el secreto sin el consentimiento de Novalee –
-¡Eso quiere