-La limosina se detuvo en la puerta de la casa de Novalee.
-¡Sana y salva! – Dijo Halim –
-¡Gracias! – Dijo Novalee – Tengo mucho que agradecerles a ti y a tu padre – Dijo Novalee –
-¡No tienes nada que agradecernos todavía! ¡Espera a que el negocio comience a dar frutos! – Dijo Halim –
-¡De todas formas, gracias! – Dijo Halim –
-¡Yo también estoy muy agradecido! – Dijo Halim – Porque con éste negocio, puedo estar más cerca de ti y quien sabe, tal vez la paciencia dé sus frutos –
-¡Veremos! ¡Por el momento, sólo me interesa el negocio! ¡Lo siento, pero no estoy interesada en romances con nadie! Además, no quiero crear conflictos que me vayan a perjudicar en la sociedad – Dijo Novalee decidida –
-¡Está bien, Novalee! ¡Será como tú digas! – Dijo Halim –
-¡Buenas noches! – Dijo Novalee –
-¡Buenas noches! – Dijo Halim observando cómo el chofer le abría la puerta y ella subía hasta el porche de la casa y luego se volvió a hacer un saludo con la mano para luego entrar a la casa. La limosina