Capítulo 4
Yelena no se quedó en las Maldivas esperando a Shane. Al día siguiente, tomó un vuelo de regreso y fue directamente al hospital.

Cuando vio a Bethany acostada en la cama con una vía intravenosa, Yelena sonrió burlonamente.

—¡Qué buena actuación! ¿Fingir debilidad es lo único que sabes hacer? ¡Solo Shane caería en algo tan patético!

Bethany sabía perfectamente a qué se refería. Años atrás, había pasado toda la noche bajo la lluvia torrencial, frente al dormitorio de los chicos esperando a Shane.

Recordaba claramente lo fuerte que llovía aquella noche. Se quedó allí, en medio de la tormenta, con una guitarra que había elegido cuidadosamente para Shane.

La lluvia empapó su fina camiseta y le mojó la cara.

Se desmayó antes de que Shane apareciera..

Después de eso, se dijo a sí misma que no era el fin del mundo. Amar a alguien que no la correspondía no era lo peor que podía pasar.

Justo cuando decidió rendirse, Shane finalmente cedió. Dijo que le daría una oportunidad a su relación. Así fue como finalmente consiguió al hombre que había deseado durante tanto tiempo.

Esa lluvia le trajo el amor, pero también le trajo una neumonía.

Más tarde se recuperó, pero le quedó una tos persistente.

Cada vez que hacía frío, empezaba a toser.

Bethany miró a Shane. Por un momento, esperó que él interviniera para defenderla.

Pero sabía que no lo haría.

Yelena era insistente y Bethany ya la había aguantado bastante.

De todos modos, ella estaba a punto de romper con Shane, así que no había necesidad de seguir fingiendo ser amable.

Bethany dijo:

—Cuando se trata de fingir, jamás podría compararme contigo. Todos tus trucos son inútiles. Siempre serás solo la hermana de Shane.

Las palabras golpearon a Yelena como una bofetada.

Perdió los estribos y se abalanzó sobre Bethany. Bethany levantó el brazo para bloquearla, y la aguja intravenosa se rompió. Un dolor agudo le atravesó la mano y soltó un grito.

La sangre se mezcló con el líquido intravenoso y salpicó su bata blanca del hospital.

Yelena había empezado, así que Bethany no pensaba echarse atrás. Ignoró el dolor en la mano y levantó el brazo para abofetear a Yelena.

Antes de que pudiera hacerlo, Shane se interpuso entre ellas. El sonido de la bofetada resonó en la habitación y una marca roja floreció en la cara de Shane.

Frunció el ceño y su rostro se ensombreció.

—Bethany, ¿qué te pasa? Sabes que Yelena tiene problemas. No puede controlarse. ¿Por qué le has pegado?

Bethany lo miró fijamente. Apretó los puños con fuerza mientras intentaba mantener la calma.

Contestó con una risa amarga:

—¿Ella está enferma y yo no? ¿Por qué tienes que ser siempre tan hipócrita?

Shane abrió la boca, pero no dijo nada. Era como si algo le impidiera hablar.

Yelena se secó los ojos de forma dramática.

—¡Shane, lo sabía! ¡No te importo! ¡No quiero seguir viviendo!»

Salió corriendo de la habitación llorando. Shane fue tras ella sin pensarlo dos veces y dejó a Bethany allí plantada en silencio.

La amargura invadió el corazón de Bethany. Se rió de sí misma. ¿Por qué estaba triste? No era como si esto no hubiera pasado antes.

Bethany seguía sintiéndose deprimida cuando sonó su celular y el nombre de Hudson apareció en la pantalla.
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