Elisa tomó a Emanuel por el borde del saco y lo empujó dentro del asiento frente al volante.
—Ay —dijo él, pero ella no le prestó a tención, con paso firme se subió el asiento del copiloto y cerró la puerta con fuerza.
—¿Qué te pasa? —le preguntó tratando de no levantar la voz y Emanuel puso las manos en el volante sin mirarla a la cara.
—Él se puso grosero —le dijo a modo de defensa y Elisa cruzó los brazos por encima de la barriga.
—Claro y tu fuiste muy decente —él se encogió de hombros como única respuesta y Elisa le golpeó el brazo —es tu amigo, ¿Por qué hiciste eso? —Emanuel volteó la cara para mirarla y se rascó el mentón.
—Dejalo así, vámonos — encendió el auto, pero Elisa colocó la palma de la man