Torpemente titulada “Grandes ideas”, mi única clase de la tarde abarcaba la filosofía desde la era clásica hasta la actualidad. A pesar de su tema vago, se había convertido en mi favorita, pero cuando vi a Kieran sentado en un pupitre cerca de las altas ventanas del muro exterior, mi corazón tropezó consigo mismo. Fui hacia el fondo del aula, lo más lejos posible. Los ojos de Kieran me siguieron mientras tomaba asiento. Saqué la gruesa carpeta que contenía las lecturas de todo el año y busqué la tarea de la noche anterior. Intenté repasar mis notas, pero las palabras se difuminaron ante mí.
¿Quién es él? ¿Por qué está aquí?
Una risa baja y ronca atrajo mi atención hacia la puerta cuando los tres mayores de Duskfang entraron al salón. Sabine sonrió a Ren. Mi mandíbula se tensó al ver su brazo entrelazado con el de él. Dax entró justo detrás de la pareja. Ren escaneó los asientos medio ocupados; su sonrisa se desvaneció en cuanto vio a nuestro nuevo compañero. Soltó el brazo de Sabine,