Dennis Porter luchaba por abrir sus ojos celestes, mientras la señora María, su ama de llaves lo llamaba.
_ ¡Señorito Dennis, despierte... despierte por favor! _ le decía la pobre mujer moviéndolo de la cama _ ¡Tiene que levantarse ya!
El abrió un ojo y gruñó.
_ María ¿Qué te he dicho de interrumpir mi sueño? ¿Acaso no sabes que trabajo durante la noche? _ Le dijo golpeteando las sábanas de seda _ Espero que sea algo muy importante.
La señora frunció el ceño. Hacía aun par de meses que trabajaba para el escritor, pero había aprendido muy bien las manías y excentricidades que tenía el hombre. Su edad y experiencia le daba cierta licencia para tomarse atribuciones que en otras circunstancias no se podría hacer.
Trataba a Dennis con mucha familiaridad, como si fuese un hijo o nieto.
_ ¡Que se levante le digo! _ frunció el ceño la señora _ ¡Ya le empezaron a aparecer mujeres! Yo no pienso atender a ninguna mujer ¿Eh? ¡Mi trabajo no es ese, así que se levanta y la atiende!
El