Dante
Dejar a Lucía es de las cosas más difíciles que he hecho.
Y n especial cuando me estaba mirando con esos ojos llenos de deseo y mis ganas de hacerla mía empezaron a apoderarse de mí.
Si, estuve a punto de no girarme. De no ir a ninguna parte, pero entonces recuerdo que ese mal nacido que está en la bodega de interrogatorios intentó matarla.
Que ese infeliz estuvo en medio de la muerte de Clara y la ira me llena por dentro.
Y es por eso que ahora voy camino a la bodega para visitar a nuestro invitado especial.
Tiene mucho que decir, antes de que pierda la lengua.
El sonido de mis pasos retumba en el sótano mientras me acerco a la silla donde Vitelli está atado. La luz colgante parpadea, proyectando sombras en su rostro golpeado.
Un hilo de sangre se desliza por la comisura de sus labios, pero sus ojos, a pesar del estado en el que se encuentra, aún reflejan desafío.
—Te ves jodido, Vitelli —comento con frialdad, deteniéndome frente a él.
—He pasado por peores, Morelli —escupe,