Simón sonrió ligeramente: —La fundación fue muy exitosa, debo agradecerle su ayuda. He preparado veinte millones, dime una cuenta y te lo transfiero de inmediato.
—Esto... me siento muy avergonzado. — Isandro rio apenado, su cuerpo temblaba con la grasa.
Simón sonrió: —Pero me he encontrado con un pequeño problema, el ministro Maximino parece tener algunas objeciones hacia mi iglesia. ¿Podrías echarme una mano con esto?
Isandro cambió de expresión de inmediato y dijo: —Señor, en los asuntos del ministro Maximino, yo no me atrevería a intervenir.
—Parece que ustedes están justo un escalón por debajo de él, — dijo Simón.
Isandro enderezó la mesa y dijo en voz muy baja: —Mi posición y la del ministro Maximino no son comparables.
—Es cierto, he escuchado que el ministro Maximino está vinculado a los grupos armados externos y tiene grandes objeciones hacia mi iglesia. Solo necesitas hacer correr algunos rumores en ciertos medios de comunicación menores y los veinte millones estarán en tu cu