La mujer observó al hombre rubio y dijo lentamente: —Recuerda, no la insultes. Después de todo, ella fue uno de nosotros.
—Entendido, señorita— El tipo rubio soltó una risa malévola y extraña.
......
Por la mañana, Simón estaba en la sala, jugando con una ficha en su mano, sintiendo el misterioso poder adentro.
En ese momento, Valeria bajó con gran rapidez las escaleras y le sonrió a Simón: —Buenos días, jefe.
—No seas tan formal— Simón negó con la cabeza.
Valeria dijo: —Las reglas son importantes. Ah, por cierto, tu coche está ya arreglado.
Dándole las llaves a Simón, recordándole el incidente donde su coche resultó dañado en la pelea entre Abel y Rafael, Simón había estado tomando taxis estos últimos días.
Simón afirmó: —Gracias.
—Adiós, jefe. Abel está afuera esperándome. Recuerda desayunar—Valeria, con sus largas piernas y tacones altos golpeando rítmicamente el suelo, salió de la habitación.
Mirando la hermosa figura de Valeria, Simón suspiró ligeramente, pensando para sí mismo.