La multitud empezó a murmurar, elogiando la habilidad de Los Cuatro Jóvenes de Alcoria y quedando muy impresionada por la audacia de estos individuos.
La subasta, con incrementos de cien millones de dólares cada vez, es algo poco común no solo a nivel nacional, sino incluso a nivel mundial.
Ulises vio a Braulio levantarse, con una leve sonrisa en los labios, diciendo: —Mil setecientos millones de dólares.
—Mil ochocientos millones de dólares, — respondió Aurelio sin mostrar ninguna debilidad.
Nepomuceno sonrió entre dientes y dijo: —Mil novecientos millones de dólares.
—Dos mil millones de dólares, — anunció Braulio sin expresión alguna en su rostro, con la apariencia de estar seguro de su victoria.
Simón suspiró en silencio y sacudió la cabeza sin cesar.
En ese momento, Liberio levantó la mano y el subastador detuvo de inmediato las ofertas.
—Presidente Braulio, — sonrió Liberio: —permíteme intervenir. No dudo de tu capacidad, pero ¿puedes realmente disponer de dos mil millones de dól