En ese momento, en el corazón de todos, Simón ya se había convertido en el líder supremo e insustituible del mundo de las artes marciales de la provincia de San Rafael.
Era tan poderoso e impresionante que nadie podía igualarlo.
Simón miró de reojo a Thiago y con un fuerte refunfuño dijo: —Al menos eres inteligente. Sígueme, necesitamos tener una charla muy seria.
—Sí, sí, seguiré todas las instrucciones del antiguo, respondió Thiago, inclinándose repetidamente.
La multitud se sintió aliviada; finalmente, este hombre había admitido su derrota. No tenía otra opción, su líder lo había superado completamente. ¿Cómo podría no admitir su derrota?
En ese momento, Santiago y los demás suspiraron bastante aliviados y se sintieron extremadamente animados.
La fuerza del señor era verdaderamente inquebrantable y poderosa. Ser seguidor de alguien tan formidable era un gran honor para ellos.
En ese momento, Ezequiel estaba temblando y mirando a Simón con miedo.
Él también tenía parte de culpa en es