Simón tuvo que bajarse del auto y miró a Loreto diciendo: —Amigo, no busques de verdad problemas.
—¿A quién demonios le estás llamando amigo? — Fidelio le espetó.
—Parece que este no entiende bien la situación.
—Está a punto de sufrir y aún no se da cuenta. Es realmente cómico.
—Atreverse a ofender al señor Loreto, ¿es que busca lo que no se le ha perdido?
—Aquí en Valencia del Mar, ¿te atreves a ser tan arrogante? Maldición, ¿nos tomas por imbéciles?
Esas personas ridiculizaron a Simón con desprecio en sus rostros.
Las dos chicas se rieron mientras cubrían sus bocas y negaban con la cabeza al mirar a Simón.
Simón observó a estas personas. Aparentemente, eran ricos y poderosos, acostumbrados a ser arrogantes y desconsiderados.
Él sonrió irónicamente y miró a Loreto, diciendo: —Solo tuvimos un pequeño desacuerdo, ¿no es para tanto?
—¿Un desacuerdo? — Loreto dijo fríamente. —En Valencia del Mar, nadie puede ordenarme. Si no fuera porque no quiero matar a nadie, ya estarías tirado en la m