Simón afirmó, se levantó y regresó a su habitación para empezar a escribir una receta. En realidad, no era una receta común, sino una fórmula de alquimia. Sin embargo, Simón la simplificó a una sencilla receta que podía prepararse con tranquilidad en casa para fortalecer el cuerpo y calmar el alma.
Esto también era una forma de mostrar su actitud: no guardaba rencor alguno hacia Daniel a pesar de su ruptura, y quería que Daniel se sintiera bastante tranquilo. Después de todo, la ruptura con Daniel había sido por razones políticas, no personales, y él podía entenderlo perfectamente. También podía usar esta receta para que Miguel y Daniel pudieran hablar, verse y suavizar su relación, ya que eran padre e hijo.
Justo cuando terminó de escribir la receta, su celular sonó en ese momento. Era un número desconocido. Simón pensó, luego sonrió y contestó.
—¿Hola?
—¿Eres tú el de la pelea por el taxi?
—Sí, ese mismo —respondió Simón con una amplia sonrisa.
La chica guardó silencio por un momento