Adalberto miraba fijamente a Simón y dijo con severidad: —¿Quieres morir?
—Jejejeje…, en verdad ¿piensas que eres invencible solo porque tienes este anillo roto? — Simón dijo con una sonrisa burlona en su rostro.
Esa expresión de burla de Simón enfureció a Adalberto demasiado. Gritó: —¡Ignorante! Este Anillo del Fuego Divino es un artefacto sagrado otorgado por el Señor de la Luz al Papa. Contiene un fuego celestial que puede reducir todo a polvo. Tú, eres como los insectos frente al poder de mi señor, serás completamente incinerado.
—¿Ah sí? Pues me gustaría verlo, — respondió Simón con una sonrisa bastante despreocupada.
La ira de Adalberto explotó al instante, y en su mano apareció una espada de fuego.
La temperatura del aire subió de forma brusca, y grandes nubes de fuego aparecieron en el cielo, tiñendo el suelo de rojo.
Simón sonrió con sarcasmo: —Parece que tienes algo interesante.
Adalberto estaba tan enojado que casi escupió sangre. ¡Era un artefacto sagrado y este tipo arroga